lunes, 8 de diciembre de 2008

EN BUSCA DE LA ÉTICA PERDIDA



EN BUSCA DE LA ÉTICA PERDIDA
Autor: Víctor Norberto Cerasale [ARGENTINA]


INTRODUCCIÓN

He pertenecido a la Industria Farmacéutica suizo-alemana desde 1969 hasta 1996 y luego de ello permanezco desarrollando tareas como consultor externo hasta la fecha (2008). Estoy orgulloso de haber sido funcionario de línea en distintos países, tanto como de ser asesor externo. Mi vida personal fue construida dentro de la misma y entiendo que la Industria ha cumplido un papel esencial para la raza humana en los últimos 60 años y si se quiere, en el último siglo.

No obstante ello, justo es reconocer que la Industria Farmacéutica de los años 60 poco tenía que ver con la que le siguió en la década de los setenta, y ésta poco se relacionó con la de la siguiente. La Industria se construyó sobre los grises que por entonces estaban más cerca del blanco que del opuesto.

Pero en los noventa con la implantación del PROYECTO GENOMA HUMANO algo se rompió y los grises comenzaron a encaminarse hacia el negro. Quizás lo que se rompió estuvo motivado en un proceso iniciado durante mediados de los ochenta pero lamentablemente ello se traduce al hoy como una transgresión a la ética, al método científico y al abandono del fundamento filosófico de las ciencias, produciendo un daño multifacético y multidireccional que no mide consecuencias ya que prioriza “resultados económicos” a ultranza.

Curiosamente, no debe perderse de vista la unión que existe entre la Industria Química y la Farmacéutica como tampoco debe perderse de vista que ambas y sus satélites (muchos: minería, electrónica, nanotecnología, etc.) contribuyen al sostenimiento estratégico de las economías de los países centrales, formando fondos económicos y financieros que se introducen en distintos ámbitos de las actividades sociales de un manera no tangible, aunque efectiva.

Tampoco debe omitirse que la intromisión de las actividades militares (desde la Guerra Fría en adelante) en el ámbito de la Industria Farmacéutica han generado una actividad paralela de una envergadura temible, casi desconocida, relacionada con la neutralización de actividades terroristas sustentadas en la biología molecular y la manipulación genética cuyas consecuencias forman parte del demencialismo en el ejercicio de la gestión… Este no es un tema menor ya que este hecho también forma parte del PROYECTO mencionado párrafos antes.

Asistimos a un mundo donde la ética es despreciada tanto como la propia condición humana. No le sirve a los fines empresarios como tampoco sustenta al poder político, por ende se crean mecanismos de neutralización efectiva y eficiente que tergiversan el sentido último de las cosas, creando valores apropiados a las finalidades de cada quién. Traducido: no hay valores incuestionables sino propiciatorios. Esto es muy malo para todos.


UN POCO DE HISTORIA

El mundo ha tenido dos grandes referentes en el desarrollo farmacéutico y farmacológico de los medicamentos: Alemania, que ha ostentado dicha situación históricamente (al menos en los últimos tres siglos) y Estados Unidos de Norteamérica, quien a partir de la creación de la F.D.A. (Administración Nacional de Alimentos y Drogas) asumió un rol preponderante en especial muy marcado desde fines de la década de los años 80.

La importancia de Alemania radica en su aporte científico en la creación de la insulina, los glucocorticoides, algunos antibióticos (en especial inmunomoduladores), los hemoderivados, y muchas drogas que abrieron la posibilidad del tratamiento de enfermedades complejas. Lo antedicho implica que este país ha sido formador de precios de los medicamentos destinados a los tratamientos ambulatorios, de internación y para algunos de la alta complejidad desde fines de la Segunda Guerra Mundial y hasta comienzos de la década de los 90. Dicho liderazgo ha tenido rango internacional y de alguna forma ha servido como criterio general para la existencia de la Industria Farmacéutica tal la conocemos hoy. Sus pautas internas difieren diametralmente de aquella que rige en el ámbito que sigue.

Estados Unidos, por su parte, asume un rol de liderazgo en las investigaciones químico-clínico-farmacéuticas a partir de las drogas destinadas al tratamiento del SIDA, en una primera instancia, y luego introduciéndose en la manipulación genética a partir del PROYECTO GENOMA HUMANO (1990 ó 1992 según se quiera).

Para dar una idea de la evolución participativa en el polo de las investigaciones vale la pena mencionar que en la década de los 70, Estados Unidos destinaba a la investigación farmacéutica un monto aproximado a los 2 mil millones de dólares, mientras que a fines del año 2005 destinó 51 mil billones de dólares para esa misma finalidad. Este hecho no es científico, aún cuando la ciencia esté en el medio, antes es económico-financiero.

La instalación del PROYECTO GENOMA HUMANO como método de investigación adosado a procesos de producción, le han permitido a este país modificar los criterios científicos accediendo a la biología molecular aplicada a la química farmacéutica, lo cual se traduce como el origen de medicamentos complejos destinados esencialmente a tres grandes grupos de patologías y/o tratamientos:
1. Inmunodeficiencias (tal el caso del SIDA)
2. Inmunosupresiones (como consecuencia del avance en los transplantes de órganos)
3. Enfermedades de base Genética

El PROYECTO GENOMA HUMANO permitió crear una nueva clasificación internacional de drogas farmacéuticas conocidas actualmente como “Orphan Drugs” o “drogas huérfanas” que son aquellas que no tienen contratipo químico o sea que son un “prototipo” no-químico (no necesariamente), por ende únicas (no copiables), y para un único destino terapéutico. Contrariamente a lo que se cree en nuestro medio, las primeras drogas huérfanas reconocidas como tales han sido aquellas que sirvieron para evitar el rechazo de los transplantes, tanto de órganos macizos (corazón, riñón, pulmón, hígado, etc.) como de médula ósea y más recientemente de células madre.

Esencialmente en lo que hace a la descripción que llevamos adelante es importante tener en cuenta que el PROYECTO en cuestión determinó que Estados Unidos de Norteamérica (y no otro) estableciera que lo que sigue es prioridad estratégica (del estado):
• La Fármaco Genética es parte de la política estratégica de dicho país.
• La Fármaco Genómica idem…
• La Nano-Farmacología idem…
• La Biología Molecular y sus derivadas (bioingeniería, etc.), idem…

Cabría preguntarse en qué influye lo antedicho en la actual circunstancia y la respuesta será “en mucho”. En primer término porque algo “estratégico” es vinculante con un hecho eminentemente económico y de dominio de las patentes, del conocimiento y de sus resultados. En segundo lugar porque el monopolio del conocimiento de una materia de esta naturaleza desordena y minimiza los fundamentos que dieron origen a la Industria como tal, colocándola varios peldaños por debajo. Finalmente, esta estrategia crea una nueva clase de servicios de salud (personalizados y por ende de alto costo, denominados técnicamente “nichos”), derivando ello en una especialización (altísima) del conocimiento médico (ni qué hablar del farmacéutico) y haciéndolo dependiente de la calidad diagnóstica a extremos de difícil valoración.

Quién no perciba que un tratamiento de esta naturaleza invadirá el tratamiento necesario destinado a 10 mil o cien mil pacientes comunes, es porque desconoce el fundamento de la palabra “estrategia”…

ROL DE LA F.D.A.

Lo expuesto en los párrafos previos contribuyó a grandes cambios que en nuestro país (Argentina) y otros equivalentes del tercer mundo, no fueron tenidos en cuenta cuando la oportunidad de la gestión en la salud lo ameritaba. La gente no forma parte de las políticas de estado, salvo a la hora de votar.

Desde su creación la Food and Drug Administration (F.D.A.) fue tenida como modelo de método y proceso mundiales en la regulación técnica, clínica y jurídica de los medicamentos. Sintéticamente dicho modelo se sustentó durante 50 años en un esquema que obligaba a la Industria Farmacéutica a someter sus investigaciones a un proceso inapelable que constaba de una fórmula equilibrada donde confluían tiempos, número de pacientes, resultados clínicos de menor a mayor (desde ensayo en animales hasta modelos humanos específicos) tal se puede apreciar en el cuadro que sigue inmediatamente.

El proceso de estudios de un medicamento demandaba un lapso de entre 10 a 15 años, y de 5.000 moléculas que ingresaban a la etapa de pruebas pre-clínicas sólo una alcanzaba la aprobación final. El sistema que enseña el cuadro tuvo ejecución genuina hasta 1999.

Desde la aparición del SIDA y su expansión endémica el modelo precitado se alteró por razones muy concretas:
a. la enfermedad avanza más rápido que las investigaciones
b. la burocracia administrativa impide el tratamiento de los pacientes
c. los presupuestos destinados a la salud en países emergentes son discrecionales (aspecto no menor)
d. pocos pacientes demandan muchísimo presupuesto
e. ello representa una compensación de “caja” para aquellos países (emergentes) que tienen grandes volúmenes de deuda externa

Junto con ello, se visualizó la necesidad de apresurar los procesos de investigación de drogas destinadas al tratamiento de las inmunosupresiones para los transplantes ya que éstos eran de cada vez mayor complejidad y demandaban drogas más sofisticadas, apropiadas a las necesidades terapéuticas.

Paralelamente, el desarrollo pleno del conocimiento científico proporcionado por el PROYECTO GENOMA HUMANO permitió el desarrollo de nuevas fórmulas químico-biológicas que identifican a los genes alterados (enfermedades hereditarias: hemofilia, y las mencionadas antes) y actúan identificando el error en la célula (código genético) y corrigiéndolo (no curándolo, cuidado).

Lo expuesto llevó a la FDA a revisar los procedimientos de aprobación y registro de patentes (propiedad intelectual) incorporándose un sistema conocido como “Decelerated Approval” (fast track approval, es un término actualmente empleado de manera sinónima) o “Aprobación Rápida”, donde los pasos indicados en el cuadro anterior se ven alterados a demanda de las necesidades clínicas de los pacientes. Ello implica, muchos menos años de investigación, muchos menos pacientes, muchos menos estudios cruzados, menos indicadores fármaco-clínicos, pero debido al alto valor tecnológico agregado, un precio de mercado cuasi geométrico respecto de lo todavía re-conocido como “normal” (estándar).

Sin embargo, en países como el nuestro (a diferencia de ejemplos regionales expresados en Chile o Brasil) no se asumió aún que los medicamentos de base química son diametralmente diferentes a los biomoleculares.

El sistema de Aprobación Rápida se legisló con fecha 03/09/99 y sufrió modificaciones en marzo del año 2003, agosto de 2005 y mayo de este mismo año. Este proceso, curiosamente impone obligaciones al fabricante en U.S.A. y Europa, tales como financiar los tratamientos de los pacientes, proporcionar información pública cierta tanto para los médicos como para los pacientes, y no constituir una carga financiera para el sistema de financiamiento.

La práctica nos indica que la aceleración del método científico se traduce en transgresión, simple y sencillamente. Cuando se transgrede el método se invaden roles y se priorizan resultados económicos por sobre los científicos. No importa la persona, importa el dinero que el proceso “produce”. Sólo eso.

CRITERIOS DE FINANCIAMIENTO

No obstante ello, distintos son los criterios entre U.S.A. y Europa ya que en el primero el Medicaid y el Medicare sólo cubren las medicaciones que tienen destino terapéutico reconocido y costo-beneficio preciso lo cual excluye a todas aquellas drogas de última generación con beneficio clínico no establecido (que son muchas). Mientras que en la segunda (Comunidad Económica Europea) el Sistema Solidario de Seguridad Social habilita al tratamiento con aquellas drogas cuyo costo-beneficio está plenamente demostrado y compensado por la relación: tipo de patología/edad del paciente/capacidad productiva del mismo/aportes/riesgo del tratamiento/costo del mismo/incidencia del costo de la droga o las drogas en toda la secuencia de tratamiento/resultado terapéutico.

Contradictoriamente, el sistema tal cual está impuesto habilita a la introducción de estas mismas drogas en los países del tercer mundo donde el precio de mercado no se funda en el costo de producción + renta + contribución marginal local, sino que parte del precio final de mercado en U.S.A. + impuestos de importación/exportación lo cual aplica a un criterio conocido como “consolidado” que asegura que en las filiales, la comercialización de estas drogas nunca generará pérdida.

Quizás, esta visión es aplicativa a las generalidades y como tal tiene excepciones, sin embargo el mayor de los problemas radica en que en nuestro país confluyen contradicciones en la jurisprudencia y regulación de las mismas, lo cual impone una pesada carga financiera al sistema ya que todo lo expuesto no es un proceso que denote retracción y equilibrio sino por el contrario expansión, crecimiento e invasión. Asociado a lo dicho no debe perderse de vista que nuestro país no reconoce los derechos de propiedad intelectual generando un volumen de grises que genera beneficios a unos pocos y daños directos a los muchos.


ARGENTINA

Los transplantes desde 1995 a la fecha se han multiplicado x 4. De la misma forma han crecido las enfermedades renales, hepáticas, onco-hematológicas así como la detección de las enfermedades denominadas raras, y desde luego en ello han quedado incluidas todas las enfermedades crónicas (desde la hipertensión arterial hasta la diabetes mellitus), las autoinmunes articulares (ejemplo: Artritis), autoinmunes glandulares (ejemplo: Tiroides), la Miastenia Gravis, Fibrosis quística, etc.

El Decreto 150/92 habilita a nuestra ANMAT (Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica) a realizar una aprobación automática de cualquier droga que cuente con aprobación previa en la F.D.A., Comunidad Económica Europea, Japón o Israel (también se incluyen otros países). Actualmente, ninguna de las drogas que se tratan en este informe puede ser tecnológicamente copiada o licenciada lo cual implica que no hay posibilidad de crear tratamientos genéricos de la misma. Esto asegura al propietario de la patente que sus derechos de propiedad intelectual no serán invadidos y que por lo tanto la inversión será recuperada.

La ANMAT no aprueba las drogas según los criterios vigentes en los Estados Unidos o Europa, esto es para un destino terapéutico preciso, sino que lo hace en forma general y es de práctica observar cómo los prospectos en inglés expresan una cosa distinta a la que indican en nuestro medio. Allá son bien explícitos y específicos. Aquí son generales y breves.

Este modelo favorece a la desinformación profesional y a la confusión pública. Seguramente esto alzará voces a favor y en contra pero mi expresión no es peyorativa ni descalificante, antes bien pretende alertar y formar conciencia.


LO QUE VIENE

En los Estados Unidos de Norteamérica hay a la fecha 650 moléculas farmacéuticas destinadas exclusivamente a tratamientos oncológicos o hematológicos que serán aprobadas en los próximos cinco años. Algunas de ellas ingresarán a la Argentina en los primeros meses de 2009, las cuales cuentan en su haber el no tener demostrado un beneficio clínico concreto, como así tampoco una relación costo-beneficio adecuada (o al menos conocida).

Para otros destinos terapéuticos hay no menos de otros 2.200 medicamentos en la misma condición. Piénsese que los registros internacionales contabilizan 1.760 orphan drugs aproximadamente, a la fecha.

De los actuales tratamientos aprobados, con costo-beneficio conocido, con seguridad terapéutica comprobada, con experiencia clínica científica suficiente, los valores se encuadran dentro de un punto de equilibrio que de alguna manera habilita al sistema a un autosostenimiento (dentro de pautas de auditoria médica y farmacéutica). Este modelo permite que muchos pacientes (un número regular) tengan acceso a los mismos.

Los tratamientos que están siendo aprobados en onco-hematología (entre otros) conllevan un costo entre 10 a 1.000 veces superior a los actuales. Algunas de dichas drogas justifican su administración en evitar crisis, urgencias, largas internaciones en UTI, incapacidades, cuadros terminales tempranos lo cual constituye un volumen intangible de costos ocultos. Sin embargo, muchas otras (quizás las menos) esconden detrás de la escasez de información (entre el inglés y el español) falencias que no ameritan su administración generalizada tal como sucede hoy. Dicha situación se revela en la definición citada previamente: “beneficio clínico no establecido”.

Administrar dichas drogas en forma indiscriminada implica concretamente que un solo paciente demandará los recursos necesarios para cubrir las necesidades de 10, ó de 100 ó de 1.000, ó de 10.000 y hasta de 100.000 según se trate, lo cual impondrá al sistema una carga imposible de sostener.

Lo descrito en el párrafo anterior está ocurriendo de la misma forma tanto para las patologías como la Diabetes Mellitus, como para la Artritis Reumatoidea, etc. Léase, el efecto es multidireccional y se introduce en tratamientos habituales desplazando las necesidades de los pacientes “comunes”.

Si se tiene en cuenta que lo expuesto es inevitable para el caso de los transplantes como para las enfermedades de la herencia, el modelo actual de gestión se verá obligado a excluir pacientes o a limitar tratamientos, generando una inequidad de consecuencias sociales imprevisibles. No entender esto (parece que no está en la cabeza de muchos funcionarios de la Industria) es no estar capacitado para medir las consecuencias inevitables.


ADEMÁS

Desde luego, lo expuesto de forma sucinta no habilita a las lecturas intermedias que propone la temática que venimos abordando, sin embargo no nos exime de hacerlo.

La auditoria farmacéutica internacional nació produciendo estadísticas epidemiológicas de las enfermedades infecto-contagiosas. Podríamos definir sin temor a equivocarnos que este “criterio” nació como consecuencia de la poliomielitis, aplicándose luego a las gripes.

Inmediatamente después, evaluó el volumen de clientes por farmacia, iniciando una etapa de medición de los “puntos de venta” en función a su capacidad de facturación, fundamentalmente destinado ello a las aspirinas. Aunque el modelo sirvió como base para luego generalizarse hacia todas las clases terapéuticas.

Luego, la Industria Farmacéutica estimó necesario cuantificar las personas que accedían al sistema hospitalario identificando la relación médico-paciente-patología. Casi como consecuencia lógica, se hizo imprescindible extender el mismo criterio a los sistemas de seguro social, los consultorios privados, las clínicas, sanatorios y cualquier lugar donde se condujera un “acto médico”.

Perfeccionando el modelo, en los 80 se inició el cuidadoso microfilmado de las recetas médicas y hacia fines de la misma década se había logrado cruzar la información para poder ser apreciada desde distintos ángulos. Ello implica concretamente: pesos, unidades de envase, puntos de venta, médicos, patologías, pacientes, lugares de encuentro.

Mientras esto sucedía, recuérdese que crecían las droguerías (concentración de los mecanismos de distribución) y desaparecían las cooperativas farmacéuticas.

En los 90 muchos cambios se produjeron a nivel mundial. El primero y quizás el más importante de todos, fue la separación de las empresas farmacéuticas investigadoras de aquellas otras productoras y de ellas respecto de las comercializadoras. Esta modificación tuvo su fundamento en las previsiones de lo que surgía tempranamente del PROYECTO GENOMA HUMANO.

Con el correr de dicha década, la separación se fue profundizando y las empresas se vieron sometidas a un cambio en sus “historias”. Este concepto significa: por un lado la renovación del personal (ocupación de personal sin experiencia y externación del personal calificado) que fue evidente en las empresas dedicadas a la comercialización. Por el otro, las empresas farmacéuticas dedicadas a la investigación se dedicaron a formar personal técnico, generando un abismo “dramático” de conocimientos, en el ámbito de los métodos, los procesos y la planificación. Entre tanto, las empresas farmacéuticas ocupadas en la producción generaron una circunstancia semejante a la descripta para las investigadoras.

El 2000 encuentra a la Industria Farmacéutica con roles bien definidos: investiga, produce, licencia o comercializa.

Esto significa que aquellas dedicadas a la comercialización deben necesariamente controlar los mecanismos de distribución, generando una muy alta concentración de la facturación y obligando a que empresas con escaso poder de presencia pública (visita médica, etc.) se retiren progresivamente de mercados marginales como el nuestro.

Al mismo tiempo, este proceso descubre la necesidad de conocer con precisión el mercado de las enfermedades crónicas, complejas o de largos tratamientos, exigiendo identificar a cada universo poblacional de pacientes hasta en los más mínimos detalles. En este punto comienzan a perder importancia objetiva tanto los médicos como farmacéuticos.

Se genera un novedoso mecanismo por el cual la Industria Farmacéutica conoce quién es quién en el universo de pacientes de cada patología. Para optimizar el mecanismo, califica a los médicos de alta formación y con manejo de idiomas y les ofrece la posibilidad de “calificar” aún más, alejándolos de la media y produciendo un nuevo abismo de conocimientos.

En este esquema, tan simple, el farmacéutico ya no tiene cabida.

Las Instituciones profesionales farmacéuticas, muy ocupadas en la política del día del día, ni percibieron este aislamiento. Si vale de consuelo, tampoco lo apreciaron los médicos.

Pero aunque no se crea, esto también afecta a las unidades asistenciales que actúan como prestadoras (habitualmente denominados “efectores”). No es lo mismo el Hospital General de Agudos “X” que la Fundación de Estudios Específicos “Y” donde su personal médico califica por conocimientos y por idioma.

Hoy, el mercado farmacéutico está tan sectorizado y segmentado como lo están las finalidades de la Industria que le dio origen. El mercado de los genéricos es un espacio casi sin importancia que no invade, no modifica, tampoco altera ni impacta en la estrategia del negocio. ¿Cuánto representa dicho mercado?... un 10%, 15% quizás, más, posiblemente hasta un 30%. ¿Cuánto representa en plata?... nada. Nada significativo. ¿Un 5%?... ¿un 10%?... ¿y?...

En este punto, vale la pena detenerse a reflexionar.

Lo que sigue comienza a verse con claridad. Existe un gran universo de profesionales descalificados para poder escalar este nuevo modelo. Ni que hablar de pretender participar. Las fórmulas de importancia nada tienen que ver con las por ustedes conocidas y estudiadas. Pero esas mismas fórmulas representan en la facturación total mucho más del 80%. Mi apreciación es que representan el 90% de la venta en pesos, en unidades, en pacientes, pero al mismo tiempo ocupan apenas el 5% de la presencia médica y ni siquiera el 2% de la actividad farmacéutica comunitaria.

PIÉNSESE

Las universidades y/o las unidades académicas dedicadas a la investigación hoy no pueden prescindir de la Industria Farmacéutica o se someterían a desaparecer. Nuestro país, aislado en sus fines científicos, es un claro ejemplo de lo expresado. La utopía de pretender aislarse no sirve en un mundo donde las finalidades científicas están sometidas al poder económico. Pensar en unidades asistenciales depreciadas como las de nuestro medio (salvo honrosas excepciones gestadas con capacidad estratégica) sin unidades de Docencia e Investigación pro-activas es equivalente a “descalificarlas”.

Los modelos de salud ordenados estructural, técnica y económicamente son IF* dependientes o vinculantes.

De las poblaciones profesionales existe una calificación que no es apreciable por fuera de la inteligencia estratégica de los estados que sostienen esta política. Esta calificación identifica un 1% y descarta el 99%... con las consecuencias del caso y con las apreciaciones que cada uno de ustedes pueda hacer de ello. Es importante que lo hagan hoy, simplemente porque quizás mañana ya no haya tiempo para pensar en ello. En tal sentido, creerse que el mail vincula las personas y califica los conocimientos es un “error” monumental propio de la soberbia que corre por muchos de nuestros claustros universitarios.

Lo que sigue no puede ser distinto a lo que se ha creado.

Las necesidades personales de los pacientes han sido colocadas por sobre los conocimientos profesionales de la salud. Internet es una herramienta excelente para profundizar el modelo.

Ah!, esto no se arregla fabricando genéricos. El estado debe regular y dicho sea de paso ya no cumple ni ejerce dicha función, al menos no como debería porque siempre se auto justifica por las carencias que se escudan en las incapacidades o viceversa. Mientras tanto, los profesionales que pretendan ser tales deben agregar valor a sus actividades y conocimientos. Es mucho el tiempo que se ha perdido en las batallas por figurar en la “foto”, y esto sólo ha contribuido a aumentar la marginación y el aislamiento.

La realidad de las instituciones profesionales y sus ausencias de propuestas está enfrentada con aquella que el día el día le propone a cada uno de nosotros. El abismo es cada vez más grande… por lo tanto, de cada uno de nosotros depende el mañana. Desde mi humilde saber y entender, como simple reflexión individual, estimo que para poder enfrentar se debe participar, para participar se debe acondicionar (calibrar sería quizás la palabra más adecuada) los conocimientos, tanto personales como grupales, para acondicionar hace falta introducirse en el método de acierto-error para ir adquiriendo el ejercicio de la experiencia y con él la capacidad de hallar el sendero apropiado para generar los cambios… ya que de lo contrario siempre es más de lo mismo. Saber es sinónimo de sapiencia asociada a la experiencia. Las ciencias de la salud (como un todo) dependen de dicha sapiencia siempre que la misma se vea coordinada hacia un fin estratégico común, tanto social, productivo como económico. Nosotros, sufridos argentinos, seguimos creyendo que el equipo se llama “Maradonna” o “Messi” sin asumir de una vez por todas que “equipo” somos todos y cada uno de nosotros en el rol que nos toca cumplir. El resultado del equipo es aquel que se revela en la capacidad de gestión.

La Salud Pública tiene un rol social que no debe desconocerse. Cuando la medicina se personaliza se desprecia al conjunto. No está mal que la ciencia individualice la salud de un paciente. Sí está mal que priorice la capacidad económica de éste para participar del modelo que se pretende imponer. No está mal que el estado tenga un presupuesto destinado a tratamientos de alto costo relacionados por el número de pacientes de alta complejidad. Sí está mal que este presupuesto se torne políticamente discrecional y selectivo a las afinidades partidarias o sectoriales. Salud Pública es indicador de su condición: personas, gentes… todos. Garantiza (debería hacerlo) la equidad.

La Industria Farmacéutica tal como se proyecta hoy no le sirve a la raza humana. Quizás sí a los pocos accionistas o a los funcionarios de turno. También a aquellos países que dependen económicamente de dicha estrategia de gestión. No aporta al conjunto, no suma a la equidad social, por el contrario genera demandas contenidas que se transformarán más tarde o más temprano en un tsunami con consecuencias impensadas. Los tsunamis afectan a todos, nunca a unos pocos aún cuando las víctimas aparezcan como “escasas”…

Ningún modelo o estrategia que se fundamenta en la “exclusión” sirve a la sociedad humana en su conjunto. El mejor ejemplo de la barbarie científica promovida desde la propia Industria Farmacéutica con complicidad de los estados y de los estamentos académicos es haber modificado en apenas 50 años el perfil infectológico del planeta, promoviendo el uso indiscriminado, irracional, demencial de antibióticos sin asumir los criterios clínicos de “oportunidad” y “especificidad terapéutica”. Ninguno de nosotros está en condiciones de dimensionar los “efectos” que ello trasladará a las generaciones futuras.

Estamos frente a la “intangibilidad” de actos que no pueden ser calificados de otra manera que “irracionales”.

La humanidad ha transitado sus tiempos con una medicina fundada en la ética y en la filosofía de las ciencias aplicadas a los conocimientos. Lo ha hecho por siglos, milenios.

Este modelo no nos proporcionará inmortalidad sino una dolorosa agonía que servirá al regocijo de los bolsillos de unos pocos, sin que modifique la fecha de nuestra muerte, la que se producirá inexorablemente.

Este modelo debe ser revisado antes que sea demasiado tarde.

Este modelo debe ser re-fundado a favor de la salud de la raza humana, con una Industria Farmacéutica sustentada en la ética de las ciencias. Si no es así, no habrá Industria, no habrá negocio, sencillamente porque la raza humana se habrá extinguido por la negligencia corporativa.
Autor: Víctor Norberto Cerasale
Copyright by Cerasale, Diciembre de 2008.
Monday, 08 December 2008.
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