lunes, 28 de enero de 2013

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La formación sanitaria especializada en tiempos de crisis

 
Enero de 2013 - Federico Segura Marín. Presidente de AREDA (Asociación de Redes Docentes y Asesoras)

En España existe legislación sobre la formación sanitaria especializada pero no se aplica. Ello ha motivado que no exista reconocimiento alguno de los tutores, que no se hayan desarrollado las figuras y estructuras docentes, que no estén regulados los itinerarios formativos... Además, la aplicación de las llamadas "medidas de ajuste" en el ámbito de la Sanidad condiciona directamente un retroceso sin precedentes en la citada formación



Nos encontramos en una situación muy difícil en todos los sentidos y todos los ámbitos de la vida. Pero a pesar de ello todos los días debemos intentar hacer nuestro trabajo lo mejor que podemos y lo mejor que sabemos.

Cuando estas palabras se refieren a una tarea determinada para la cual estamos capacitados y por la cual se nos reconoce tanto profesional como económicamente, todo eso está muy bien, pero ¿qué ocurre cuando hacemos un trabajo lo mejor que podemos y lo mejor que sabemos sin reconocimiento alguno, ni profesional, ni económico? Ahí es cuando nos preguntamos si algo falla, no somos tan buenos como parece, o simplemente nos gusta esta tarea y la realizamos a pesar de los pesares.

Efectivamente, hablo de todos aquellos profesionales que dedican de una u otra manera tiempo a la formación sanitaria especializada. Hablo de profesionales de la salud que desempeñan sus tareas en centros sanitarios, son trabajadores que lejos de perder el tiempo, dedican incluso tiempo propio a la formación. Hablo de profesionales que realizan una actividad para la cual han de estar formados, han de reciclarse constantemente y han de comprometerse e implicarse con ella.

Hablo de profesionales cuya misión fundamental en esta área es asegurar una formación excelente de aquellos profesionales en formación cuyo principal objetivo el día de mañana será el bienestar del paciente. Aclarar con respecto a esto último: son ciudadanos y usuarios de un servicio, pero cuando acuden a un centro sanitario, a mí al menos, me gusta llamarles "paciente" y, creo, a ellos les reconforta.

Y todo ello a coste cero, sí como suena, cero en todo. Cero en cualquier reconocimiento profesional, cero en cualquier reconocimiento de promoción en la empresa y, por supuesto, cero en cualquier reconocimiento retributivo.

Dicho esto, ¿dónde está lo que llama la atención, lo verdaderamente anómalo?:

En primer lugar, lo anómalo es que en España existe legislación sobre la formación sanitaria especializada desde no se sabe cuando. La verdad es que sÍ se sabe, pero lo significativo es que no se aplica. La última aportación a esta legislación, la que finalmente importa, es el Real Decreto 183/2008, donde se describe perfectamente todo lo relativo a formación sanitaria especializada y donde se indica en distintos artículos que serán las comunidades autónomas las que desarrollarán dicho decreto. Pues bien, 4 años después, nada de nada, es decir, ningún desarrollo (a excepción del PaÍs Vasco).

En segundo lugar, al no producirse el correspondiente desarrollo de dicho decreto ha motivado el incumplimiento sistemático de muchos de sus artículos:
• No reconocimiento de los tutores.
• No desarrollo de las figuras y estructuras docentes.
• No desarrollo de las normas que regulan los itinerarios formativos, como puede ser la rotación de hasta 17 especialidades hospitalarias en el ámbito de Atención Primaria.
• No desarrollo de normas que regulen los documentos de las unidades docentes, reglamentos de comisiones de docencia, reglamentos de las evaluaciones del residente y de la unidad docente, documento de supervisión del residente, etc...
• Incumplimiento sistemático del punto 3, artÍculo 15, que hace referencia a la supervisión de presencia física de los residentes de primer año por parte de los especialistas y al visado por escrito de todos los documentos relativos a la actividad asistencial realizada por dichos residentes.

En tercer lugar, si la situación descrita suponía un freno al desarrollo de la formación especializada en ciencias de la salud, la aplicación de las llamadas "medidas de ajuste" en el ámbito de la Sanidad, condiciona directamente un retroceso sin precedentes en la misma.

Todo esto traducido a la práctica, como ejemplificaba un tutor en una ocasión: "recogemos profesionales que no saben lavarse al entrar en un quirófano y 4 años más tarde los devolvemos a la sociedad siendo capaces de realizar un trasplante".

Desde el punto de vista de los tutores, se podrían hacer algunas reflexiones (sacadas, por supuesto, de reflexiones hechas por tutores y remitidas a AREDA):
• ¿Qué piensa un tutor cuando, en los últimos años, le presentan para firmar los acuerdos de gestión; documentos, en los que no existe ninguna referencia al hecho de ser tutor MIR? Creemos que no les importa que existan tutores en los centros de salud. Importa más controlar si se ha colocado bien el número de veces que se toma la tensión, la glucemia, gasto etc. (que está bien, pero nos parece pobre).
• ¿En un centro donde existen 5 médicos tutores MIR y 5 médicos que no son tutores, a nivel estrictamente laboral, se ha notado alguna diferencia en algo? Ninguna, excepto que los tutores se cansan más física y mentalmente. Tienen cupos sobrecargados y exceso de trabajo.
• ¿Alguna vez alguno ha escuchado por parte de algún responsable sanitario que nuestro sistema de formación de los especialistas es bueno o de los mejores? Creemos que muchas veces.
• ¿No existe algo incoherente en todo esto? Buena formación, incluso vienen de fuera a formarse, y aquí no solo no se tiene en cuenta, sino que no se nos reconoce en nuestro trabajo.
• ¿Cuál es el premio? Nos quitan la carrera profesional, debemos horas anuales, no sirve ser tutor para cumplir objetivos de los acuerdos de gestión etc.
• ¿Cuál va ser el futuro según los recortes que se aplican? No hay casi sustituciones (difícil solicitar días de formación), no hay reconocimiento de días a la tutorización (entrevista tutor-residente), empieza a no haber compromiso de la institución con el residente al finalizar su periodo de formación para las llamadas sustituciones, etc...
• ¿Me pregunto si la mayoría de los tutores MIR piensan que esto puede seguir así?
• ¿Merece ahora la pena seguir siendo tutor MIR?

Estas circunstancias se ven reflejadas en ataques formales al sistema de formación, esta vez dirigido a los tutores, jefes de estudio y demás profesionales implicados. Se ha comenzado a restringir enérgicamente la dedicación a las tareas de organización y supervisión de la docencia que habían comenzado a desempeñar de forma limitada los tutores. Igualmente se ha planteado la supresión de organismos y estructuras que velan por el mantenimiento de los procesos que garantizan la calidad del sistema tales como la acreditación y la evaluación, véase la Agencia Laín Entralgo.

En otro orden de cosas, el colectivo MIR viene denunciado como se están poniendo en marcha acciones que suponen un deterioro drástico, no ya solo de su precaria situación laboral, sino además de la calidad de su formación. Medidas como la disminución de las guardias por debajo del mínimo imprescindible para garantizar una adecuada formación, la reconversión de las guardias en módulos de tardes (práctica que se está generalizando en alguna comunidad autónoma) o la asignación de tareas asistenciales como especialistas y sin la debida supervisión, han comenzado ya a aplicarse.

Debido a la situación descrita, que ya a principios de año se presumía podía darse, la Asociación de Redes de Comisiones Docentes y Asesoras (Areda), el pasado mes de febrero, trasladó a los medios profesionales y a la población su profunda preocupación por esta situación crítica, solicitando a las administraciones autonómicas y al Ministerio de Sanidad la protección de las condiciones adecuadas para la formación de médicos (MIR) y demás profesionales sanitarios, de modo que garantizase el cumplimiento de los programas formativos, la no utilización del residente como mano de obra barata y el respeto de sus ya escasas retribuciones y precarias condiciones laborales.

Como ya se afirmó entonces, la obligatoria supervisión de la actividad de los especialistas en formación y la irresponsabilidad social en la que se incurre cuando tal supervisión no se garantiza adecuadamente debería disuadir a cualquier gestor de sobrecargar a dicho colectivo con responsabilidades impropias, abusando de su precariedad. Es aquí donde la figura, el tiempo y el reconocimiento de los tutores se hacen una vez más irrenunciables.

En ese sentido, Areda ha realizado un estudio en profundidad sobre el efecto de la crisis en el proceso de formación sanitaria especializada en España. Acabada la primera fase y en pleno proceso de análisis de los resultados de las encuestas podemos ir concluyendo con respecto a residentes que:
• La mayoría no ha recibido notificación oficial de los cambios relacionados con la jornada laboral, recortes salariales, etc. Es muy destacable que el 30 por ciento de los residentes han recibido indicaciones de que deberán realizar funciones como especialista (sin supervisión), señalando uno de cada tres de ellos que esta notificación es, además, oficial.
• Es mayoritaria la opinión de que la disminución en el número de guardias afecta de modo negativo a la formación.
• Casi el 70 por ciento considera que las medidas planteadas van a condicionar una disminución del tiempo de los tutores destinado a la docencia.
• La percepción global de que esta situación va a condicionar un deterioro de la calidad de la docencia supera al 90 por ciento de los encuestados.
Con respecto a los tutores:
• Si bien es verdad que el 60 por ciento de ellos opina que no se ha disminuido el tiempo dedicado a la docencia, también hay que destacar que el 60 por ciento refieren no disponer de un tiempo específico para la docencia dentro de la jornada laboral.
• El 30 por ciento de los tutores encuestados reconoce que los residentes deberán realizar funciones como especialistas y esta circunstancia se va a producir (incluso, aunque en porcentajes muy bajos, con notificación oficial) incluyendo especialidades quirúrgicas y no-quirúrgicas.
• La percepción global de que esta situación va a condicionar un deterioro de la calidad de la docencia supera al 60 por ciento de los encuestados. El resto no considera repercusión en ese sentido.
Por tanto se puede concluir que, tanto por parte de residentes como de tutores, existe una coincidencia en la práctica totalidad en la afirmación de que la aplicación de medidas restrictivas va a ocasionar un deterioro en la calidad de la formación.

Asimismo, hay que incidir en el hecho de que, una vez más, nadie solicitó la opinión del colectivo docente antes de aplicar medidas que iban a afectar al sistema de formación. En general se recogen expresiones de desesperanza (cuando no de profundo malestar o incluso de hartazgo).

El horizonte de las tantas veces alabada formación sanitaria especializada en nuestro país se ve cada vez más oscuro. Peligra el pilar fundamental del sistema, la conexión tutor-residente. Se multiplican las manifestaciones (artículos de opinión, expresiones en foros profesionales, blogs particulares, redes sociales, etc.) de tutores y residentes que denuncian la situación. A esto hay que sumar las cada vez más frecuentes renuncias a las funciones de tutorización de profesionales que ven incompatible la exigencia de calidad en la formación con la nula implicación en la misma por parte de la administración. En algunos casos se han planteado dimisiones colectivas del conjunto de tutores de una provincia, de una comunidad autónoma o incluso de una especialidad.

La opinión de Areda es que esta situación es de extrema gravedad. La crisis económica y las medidas de ajuste que se apliquen no deberían condicionar el futuro de nuestra formación especializada en ciencias de la salud. Unos especialistas bien formados necesariamente generarán una mejor Sanidad y eso siempre será rentable, incluso en términos económicos. Debemos reiterar nuestra exigencia, tanto al gobierno central como a los de las comunidades autónomas de que revisen sus actuaciones al respecto. Que los responsables en la materia se detengan un momento a reflexionar... y si siguen sin verlo claro, que cuenten con los tutores... al menos por una vez.

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